sábado, 29 de octubre de 2011

Eterna

J. Pascual
Duermo para soñar que sigues estando conmigo, que cada vez que llegue a casa estarás esperándome con las mismas ganas que siempre de verme, de preguntarme de dónde vengo, o a dónde voy.

Me encanta recordar el roce de tus manos, esa complicidad que cada instante creábamos, y que nos permitía estar lejos sin llegar a separarnos.

No sabes lo que te echo de menos, pero te perdono que me hayas dejado, supongo que todos nos mudaremos algún día, y el tuyo llegó. Daría lo que fuera por sentirte, por poder escuchar tu voz una vez más, tus canciones, tu manera de sonreír, de regañarme, de jugar. Lo fuiste todo, y lo sigues siendo. No puedo dejar de olerte, de respirarte, de tocarte en cada rincón de mi vida.

Todo que se queda pequeño para ti, las palabras, los recuerdos, los objetos, las flores, la luz. No hay nada comparable, y tampoco lo habrá. Sólo tu. Y siempre dentro de mi. Siempre conmigo. Eternamente.

Sombras, sólo sombras.

J. Pascual
El mundo se llena de sombras empeñadas en señalarme, en decirme lo que tengo que hacer, cómo tengo que ser, o al menos qué aparentar de cara a los demás y por más que intento huir de ellas siempre me persiguen, me agobian e intentan hacer de mí algo equivocado, algo que no soy, algo que ni siquiera quiero ser.

Esta vez voy ser yo la que decida, la que piense, la que hable, la que sea capaz de escuchar sin juzgar, la que sea capaz de querer sin esperar. Quiero tenerte cerca sin que me pises, que me abraces sin asfixiarme, que me sigas sin adelantarme, pero que siempre estés conmigo.


jueves, 27 de octubre de 2011

A Jesús. Siempre "Máximo".

J. Pascual
Podría pasar por un hombre más de su clase. Culto, sereno, incluso a veces algo serio. Alto, delgado, con una sobriedad que, por apariencia llega a ser habitual. Aparentemente no habría nada que reseñar, hasta que su boca se abre. Dibuja palabras que componen versos completos y narra las historias con tal pasión que te obliga a sumergirte en el mundo que en ese momento ha creado sólo para ti.

Los barcos que pieza por pieza nacen de sus manos le ayudan a navegar por mares tranquilos y bravos, y las piedras que acaricia a recordar las catedrales y los castillos que algún día visitó. Creo que nadie sabe más de ellos, hasta a veces he pensado que es él quien los ha construido, y ha escondido cada secreto dentro. Es curioso cómo alguien que sólo ha estado dos días en una ciudad cualquiera puede conocer el doble que uno de sus habitantes.

Todavía recuerdo sus ojos al verme. Parecía el objetivo perfecto. Era yo la próxima oyente de sus historias, una espectadora más que por casualidad o no, había decidido acoplarse en una clase de su especialidad, que no es otra que la vida. Ahora sólo pienso en volver a escuchar esa voz, penetrante, pausada, que consigue deleitar a quien la escucha. 

Siempre Admirable. "Máximo".



miércoles, 26 de octubre de 2011

Imagina

J. Pascual
Imagina que vuelas al país de los sueños perdidos, donde nadie intenta escapar del miedo, donde la tristeza sólo es humo que aterriza en el olvido. 

Imagina que cada momento es el último, que cada palabra es efímera y que lo único que importa es recuperar ese sueño que dejaste en el camino, el que un día te dio la vida para quitártela luego. 

Imagina que haces realidad todo lo que ayer moría, tus ilusiones, tus metas, tus pasiones. Hoy las tienes ahí, escondidas entre globos de colores que están deseando explotar para que las abraces.





Busca. Desea. Tus sueños habitan en ese lugar en el que las cosas no tienen sentido, tan solo son polvo. A veces es difícil llegar hasta ellos, incluso querrás borrarlos , pero nunca podrás dejar de soñar.

Encuéntralos. 



martes, 25 de octubre de 2011

Fuego

J. Pascual
Me enredo en tu cuerpo sin llegar a perderme, y tus manos me queman cual fuego detestable. Quiero abrazarte y no puedo, quiero amarte y te me escapas, pero nunca estás lejos. Te siento en noches, en días, en sueños, en calma, y aunque pareces irte las llamas nunca te dejan.

Soledad imparable en madrugadas muertas, que susurran te quieros seguidores del viento, que te buscan inquietos sin llegar a encontrarte, y regresan heridos a mi boca y mi pecho. Huyes, vuelves, me llamas, me olvidas, pero siempre somos dos.

Vivirás siempre en mí, llenando de calor el doloroso invierno, ahogando en las pavesas los pensamientos rotos que dejaste y guardo. Recordarás los besos que en el cajón perdiste, y anhelarás los labios que aquellos días te besaron.




Tiempos

J. Pascual
Las arrugas poblaban ya sus manos cual caminos arados a lo largo del tiempo y los años anidaban sin remedio en los ojales de su chaqueta o en la lazada de su mandil.
Nada más podía pasar. Todos los días eran uno, pero quizás ese, el más feliz de su vida. Tuvo sueños,  tal vez pocos, pero siempre acabados y a su pesar, varias lágrimas, que alimentaban la tierra malherida.

Su fuerza se fue apagando, se fue quedando sin alas, pero sus piernas quebradas aún le piden caminar. Parece que su sonrisa quiere sin pudor mostrarse, y cada día al levantarse le ruega a Dios libertad.

Silueta encorvada como el árbol seco que pelea hoy con el viento sin llegar a perderse. Tiene oculta en sus ojos la tristeza cautiva y en su boca el aliento de los campos inertes.


viernes, 21 de octubre de 2011

Esperanza

J. Pascual
Faltaba algún que otro sueño para que amaneciera, pero podía esperar. Tenía todo el tiempo del mundo, y a pesar de que era joven sólo aspiraba a contemplar los haces de luz que se colaban por la celosía de la ventana. 
Le gustaba poner la mano y sentir cómo poco a poco el sol iba quemándole la piel.
Incluso a veces se había quedado dormida trás deslumbrarse durante unos minutos. 
Parecía que la noche se alargaba con tal de llevarle la contraria, hasta los gallos se callaban para no esperanzarla, pero llegó la mañana. Limpia, clara, repleta de ilusiones que le hacían algo más llevadera su estancia en ese lugar. 
Tal vez hoy su vida cambiara. Quizás la puerta se abriera... Quizás.




sábado, 15 de octubre de 2011

Detrás de todo...

J. Pascual
Quiero regresar a los años perdidos, a las noches en 
vela, a las calles vacías que atormentan estrellas. Sentir el aire que se desprende de tu paso, y el  baile del que presumes.

Andares que convierten el caminar en versos, que trepan por mis piernas cual temblor incoherente.
Piensa que me escuchas, sueña que me sientes, cuenta que me tocas, y no dejes de hacerlo. Llora cuando falte, grita cuando quieras, pero no dejes de verme.

Yo te encerraré en mi ojos, te bañaré con mis lágrimas, y volveré a levantarme. Lo haré. Y no creeré en promesas vanas. Vacías de ilusiones, de ganas, de luz.



Me iré con mil razones más de las que vine. 
Y las páginas no pasarán, se romperán sin dejar rastro, sin calor, sin frío, sin alma. 
Es mejor así. Aunque no lo creas, aunque no lo aceptes. Y a mi pesar, siempre, detrás de todo, estarás tú.


viernes, 14 de octubre de 2011

Caerán...

J. Pascual
Despertarán las noches y darán paso al día, con el canto del gallo, con el agua del río, con la risa del viento, con el ruido del bosque, pero caerán las hojas.

Cerrarán sus ojos las nubes y derramarán  sus lagrimas, y la luz brillará. Hasta se desvelará la hierba durante días, pero caerán las hojas.



Parecerá que todo ha terminado, que vuelve la calma, la paz que cesó, sin embargo, caerán las hojas irremediablemente, como el pasado, como el destino, como lo que fue y lo que será.

Siempre caerán.



Paraíso

J. Pascual
Quién se perdiera en caminos de tierra dibujantes del verde de las aguas de invierno, que recuerdan el paso del caminante incierto y que guardan los besos de las bocas inquietas. 

Quién rozara esa hierba que silenciosa asoma bajo la intensa mirada del tronco, soberbio, robusto, altivo, siempre acechando.

Quién respirara ese aire que duerme en las mañanas, y en las noches se mece al compás de las ramas. Quién tocara las luces que deslumbran las hojas y recortan siluetas que en las sombras se ahogan.


Tranquilidad silente, calma incesante. 
Quién se perdiera contigo para encontrarse en ti. 



viernes, 7 de octubre de 2011

Soledad

J. Pascual
Llueve, se moja el tiempo mientras mis párpados encierran una lágrima y mis sábanas albergan un recuerdo atado a tus suspiros. Lento, cálido, que envuelve lo añorado, que empaña lo que toca.

Soledades vacías  en la boca del tiempo, que buscan el consuelo en abrazos helados, que en las noches te encuentran dormido entre mis sueños, y envidiosas se escapan a paisajes desiertos.

Quiéreme en el aire de los bosques, en las vagas esquinas de la ciudad que duerme, en los árboles negros de las casas sombrías y en las aguas serenas que las palabras mecen.

El deseo de sentir, de mirar, de volver a sentir.

Y siempre eres tú.