miércoles, 30 de noviembre de 2011

Y la luz volvió...*

J. Pascual
Sólo tenías que mirarme para saber que estaba a punto de rozar en suelo con mis rodillas. Y no necesitabas más que escucharme para darte cuenta de que mi vida era cada vez más difícil. Pero cuando pensaba que ya no había nada que me hiciera ilusionarme de nuevo me hiciste volar, tan alto que las nubes se apartaban a mi paso, y las estrellas me acortaban el camino hasta ti.


Y ahí estabas, para hacerme comprender que no todo vale, que no todo es bueno, que a veces hay que elegir hasta quedarse con lo mejor, porque al final eso somos. Te encontré para aprender a disfrutar de las cosas buenas, pequeñas, sencillas, y para adorar los retos, las metas que un día nos propusimos y a las que otro llegaremos. 

Adoraba los silencios que guardamos (raro), las miradas que me dabas y las palabras que decías. Sin esperar respuestas, sin pedir nada más que una sonrisa a cambio, la que desde hoy intentaré grabar en tu mente hasta el final de mis días y los tuyos. Los nuestros.

¿Felicidad eterna?




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