miércoles, 4 de julio de 2012

Nuestro

J. Pascual

Despierto cada mañana y puedo ver tu sonrisa, aunque no lo creas, la veo. Camino por los senderos más apacibles si sé que vienes conmigo, y no lo dudo, camino, y camino, sin mirar en ningún momento a cielos ni tierra, simplemente, hacia ti. Ni te imaginas mis sensaciones cuando fijas tu mirada en la mía, o cuando coges mis manos con esa dulzura con la que sólo tú sabes hacerlo.

Escucho tu respiración en los rincones más silentes, reconozco que hasta moriría por hacerla mía, por poseerla, por compartirla entre las multitudes. Y te busco, te pienso, a veces sin encontrarte, pero siempre con el mismo deseo, con la misma esperanza. Y llegaste. Sin aviso, suave, para quedarte, de la manera más tierna que pudiste, haciendo a tu forma cada vértice de mi cuerpo, convirtiendo las pasiones en amor y las ganas en paciencia. 

Y así, te entregué mi vida sin planearlo. Hasta hoy y para siempre.



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